viernes, 11 de marzo de 2016

SHU-HA-RI


SHU-HA-RI. Tres palabras que describen en la tradición japonesas las fases del proceso de evolución de un maestro, de artes marciales o de cualquier otro arte. Un maestro no es solo aquel que enseña, sino el que alcanza la maestría, basada en la experiencia y el conocimiento. Y para llegar a alcanzar este nivel, el artista marcial ha de pasar por diferentes fases, que tradicionalmente se han resumido en SHU-HA-RI:




SHU (obedecer o proteger)
Ésta es la primera etapa. Es el aprendizaje más clásico, imitando al profesor y guiándose plenamente por él, siguiendo exactamente sus instrucciones, con el alumno protegido por sus enseñanzas. En esta fase se practica y perfecciona la técnica fundamental, se asimilan los principios del sistema o estilo, y se prepara el cuerpo y la mente para la práctica. El maestro y los compañeros más veteranos son la referencia, un modelo a imitar. Todo lo que aprendemos nos es dado, mostrado por otros.  Por hacer un símil con la escuela, sería la etapa de aprendizaje de la escritura, en la que se realizan “dictados” y “copiados”, y se escribe lo que indica la maestra.
Lamentablemente muchos artistas marciales se quedan en esta fase de repetición sistemática, imitando simplemente los modelos establecidos. Es una etapa muy importante, necesaria… pero transitoria. Al menos para aquellos que buscan progresar en un arte marcial. Si llevas mucho tiempo aprendiendo a escribir y sigues haciendo copiados, algo falla. ¿No te parece?



HA (romper)
Esta etapa comienza cuando surge cierta rebeldía, una ruptura con la repetición sistemática y el dogma de fe en el sistema. El artista marcial empieza a cuestionar las enseñanzas que recibe de su maestro, a interpretarlas, a compararlas con lo que ve fuera de su propio Dojo. Enseñar a otros es una buena vía para adentrarse en esta fase, un pequeño empujón que a veces es necesario. Recuerdo que cuando empecé a impartir clases asistía a muchos cursos, y en las prácticas con mi maestro le interrumpía constantemente dándole una visión diferente de lo que estaba explicando, o poniendo de manifiesto lo que para mí eran pequeños matices que podían ser cuestionables. Mi maestro me hizo ver que, aunque mi actitud crítica era correcta, mi comportamiento no lo era. Me dijo: “Está bien que pienses por ti mismo, pero el que está dando la clase soy yo”. Ese día aprendí dos lecciones: que el pensamiento crítico es positivo y que las formas de expresar ese pensamiento deben basarse en el profundo respeto.
HA no es una ruptura con el maestro: dejar la escuela, romper relaciones, etc… En absoluto. Es una ruptura con lo convencional, es una actitud crítica ante todo, el comienzo de un proceso de personalización de lo aprendido. Es pasar de hacer “copiados” y “dictados” a escribir “redacciones” y textos con nuestras propias palabras. Evidentemente todo lo que escribamos estará basado en lo que hemos aprendido, y en lo que seguimos aprendiendo, pero cada uno lo escribirá de manera diferente.
Para mí es quizás la fase más importante, porque puede ser un momento crítico. No todo el mundo está dispuesto a cambiar la protección de la certeza por la inseguridad de la duda. ¿”Sólo sé que no se nada”? Más bien “Cuanto más sé, más sé que no sé”.



RI (separarse)
La última fase. Tampoco hablamos en este caso de una separación física o emocional del sistema o de la escuela. Es más bien una desviación del camino impuesto, para recorrer otro elegido por nosotros mismos, que puede ser paralelo y conducirnos a los mismos lugares… o no. El artista marcial no interpreta o cuestiona, sino que hace de su arte algo propio, basado en lo que le han enseñado, pero personal. Los modelos que marcaban sus movimientos son sustituidos por las propias sensaciones, por lo que su cuerpo le pide hacer, y la práctica no está ya está definida por lo cánones del estilo, sino por su propia forma de entender el arte marcial. En este caso, nuestra redacción sería sobre un tema elegido por nosotros mismos, con el que nos sentiríamos identificados, y nuestra pluma sería claramente reconocible en el texto, con un estilo personal, puede que casi poético.
Pero cuidado, no se trata de “inventar” o de “crear por crear”. Ri es la conclusión natural de un proceso de desarrollo. No es una meta a alcanzar, sino la consecuencia de los años y la calidad de la práctica, de la actitud de estudio y aprendizaje, de la adquisición de habilidades y conocimientos, de la experiencia… Recordemos que cualquiera puede inventar, pero eso no le convierte en un maestro.




Y desde luego, no se acaba todo aquí. SHU-HA-RI es un ciclo, que se recorre una y otra vez. El artista marcial, como ser humano, está permanentemente evolucionando, pero nunca debe perder de vista a los fundamentos y a sus maestros, siempre debe cuestionarse a sí mismo, a los demás y al sistema, y todo ello debe servirle para alcanzar conclusiones y asimilarlas, haciéndolas suyas. Sólo así, algún día, alcanzará la verdadera maestría


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